Huracán

                                                                 Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

Soy de las buenas y de las malas. De las de primero café por las mañanas, antes de dar los buenos días y ponerme las ganas. Soy de las que no preguntan y primero disparan, de las que pierden, y de las que arañan. Soy de las que están como una cabra, de las cabezotas, de las que siempre echan de menos y aman de más. De las imperfectas, de las incorrectas, de las risueñas y de las malhabladas. De las que hablan sin tapujos, de las que las sueltan dobladas. Y de las desconfiadas. Joder, sí, de las desconfiadas. De las que esperan la mordida, en vez de caricias en la espalda. 

Soy zurda, piscis y fácilmente impresionable. Insegura hasta las trancas, pero luchadora, fuerte y guerrera cuando estoy al borde del precipicio y con caminar no basta. Que voy con todo, hacia adelante, con peso o sin él. Que a burra no me gana nadie. Que soy trabajadora, organizada y dura como un puño pegando una tabla. Soy diferente. Soy profesora por las mañanas, trapecista cada tarde, y bruja todas las madrugadas. Pero a mí no podrán quemarme, porque soy puro fuego, soy los incendios que siempre he llevado dentro, pegados a mis entrañas. 

Si me miras, puede que me veas arder por los ojos, porque no me faltan las ganas. Pero si te atreves a mirar detrás del cristal azul, del fuego, de las cecinas y de las ganas, probablemente encuentres tres o cuatro indecisiones que me están matando cada noche. Probablemente me veas vulnerable, como no me has visto en la vida. Pequeñita, muy pequeñita. Diminuta; a ratos, minúscula. Sin querer fingir que todo está bien. Y no me da miedo admitirlo: que soy mujer de extremos en muchos aspectos de mi vida, fuego y agua a partes iguales; fuerte y débil según voy viviendo; expresiva e invisible sin tonos grises. 

Soy de las que escribe "ve con cuidado" cuando alguien tiene que coger el coche, de las que se aseguran de que no le falte a nadie de nada si puedo evitarlo. De las generosas, de las honestas. Y de las egoístas también. De las que se dan tiempo para sí mismas, de las que quieren hacer lo que les apetece cuando les apetece. Joder, ¿y qué le hago? Si soy de las que viajan, de las que se pasarían horas en la bañera, de las que gritan en los conciertos, de las que cantan a pleno pulmón en el coche, sintiendo cada palabra. 

Soy yo misma. Soy lo que han hecho de mí la vida, las personas, los errores, las decisiones y la falta de ellas... porque todos sabemos que no decidir también es una decisión. Soy un desastre al completo, un despropósito bonito, con algo de encanto, pero no demasiado. Soy un puto huracán a punto de pasarte por encima. Soy la tormenta que precede a la calma, y al mismo tiempo todas las tormentas que me han llovido dentro. Soy un Lamborghini sin faros a 250km/h en línea recta. Un avión que quiere despegar, un pasaporte con historias por sellar. Soy todas las cosas que nunca pude imaginar. Y aun así, sigo siendo, al mismo tiempo, todas las cosas que esta hoja no alcanza a amontonar. 

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