Esta imagen es propiedad de El ruido que deja el silencio (Marina Morell Pujadas) |
repetía el muy desgraciado
mientras jugaba a cargarse cometas
en el fondo de mi vaso,
y aunque me traían sin cuidado
los funerales de recuerdos calcinados,
ahora me devoran las cenizas
de esos retazos destrozados,
ahora me recuerdan que
no me quedan ya más pedazos
que los restos de una noche
abrazado al mismísimo diablo.
Si no aceptas mis demonios
mejor mira hacia otro lado,
porque arden más que queman
los favores de aguardiente
y las canciones a pecho cerrado
que acepté por ser inmune
a todos y cada uno de mis pecados;
pero no juzgues a la bestia
por oler yo tanto a quemado,
que los malditos cometas,
si digo verdad por ser poeta,
sólo yo los he matado.
Que los días me perdonen
por ser yo mi propio asesino,
por ser yo mi único diablo.