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Vivir es aprender a quererse a uno mismo

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Imagen extraída de la página web lapatria.com  
¿Quién sería yo
sin mi tontería
crónica de querer
tener a las personas cerca,
sin mis locuras
pasajeras y  mis
pequeñas estupideces.

Sin mis aires
cambiantes,
ni tintes
en el pelo,
sin mis decisiones
estúpidas, algunas 
a corto plazo.

Sin mis pequeños 
instantes en contra 
de la norma de llevar 
el cabello rubio
y el pensamiento
siempre dentro
de una bolsa?

¿Quién sería yo
sin mi intención
de vivir los daños
como hechos colaterales,
como riesgos calculados
de vivir intensamente,
de vivir como me place?

¿Quién sería yo entonces?
sino un completo desastre.
Enviat per : Marina
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Amapolas de a diario

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Esta imagen pertenece a Cazando Instantes (Juan A. Bafalliu Catalá)

Llevaba escondida, en la inconsciencia, una amapola: larguirucha y firme, casi tan viva como el recuerdo de los campos de antaño, que bailaban en sus gafas cuando, aunque despierta, no dejaba de dormir. Las flores le recordaban a las cálidas tardes de domingo que había pasado haciendo ramos silvestres muy cerca del río, hasta poco antes de ver caer el sol. Se daba cuenta de que los rayos iluminaban las espigas doradas que acompañaban a las amapolas en el vaivén del viento, pintando un lienzo infinito de añoranza y felicidad. La llamó una voz. ‹‹Ve con cuidado››, dijo. Y con una sonrisa en la cara, la niña se giró hacia su abuela, que ya había atado un ramillete de flores con el tallo de las mismas.

Todo esto rememoraba Alicia al calor del recuerdo de los juegos de pueblo, uno de los cuales consistía en tirar semillas de avena barbata en la ropa y luego contar las que quedaban enganchadas, símbolo inequívoco de los novios que se iban a tener. Volvió en sí tras unos instantes de desconexión. Alzó la vista y no pudo ver más que el despacho, un par de sillas en las que, más tarde, se sentarían nuevos clientes y un ramo de amapolas coronando el escritorio. Alicia era casi tan cerrada como los libros de la estantería, pero puedo asegurar que ese viaje a los campos de amapolas la hizo sonreír.

¿Que por qué lo sé? Porque esas flores me las regalé a mí.
Enviat per : Marina
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