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Velas por bandera

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Imagen extraída del blog cuantabondad.blogspot.com (Argan)
Lo difícil no fue arriar las velas de la humildad, ni fijar rumbo
a mis propios acantilados.
No fue precipitarme a la cubierta de mi vida,
ni definirme a medias tintas entre el babor o el estribor
de mi navío a la deriva.

Lo difícil no fue saquearme por dentro,
o perder ante mí misma,
o coserme las heridas a diestro y siniestro.
Lo difícil no fue acorazarme entre cañones,
ni quemarme en un mar ahogado de indecisiones.

Lo difícil no fue herirme combatiendo por mis metas,
ni balancearme por la tabla de los miedos,
ni aprender, si quiera, a soñar despierto como suelo hacerlo.
Lo difícil no fue marcar el no lugar por rumbo,
sino soltar el timón, dejarlo abandonado.

La complicación estaba en dejar a Fortuna soplar
mis lonas negras a contracorriente,
hacia la punta opuesta de mis intenciones,
sin argumentos sólidos de por medio,
sin declaraciones rutinarias. Dando palos de ciego.

Lo difícil, ciertamente, no fueron ni el saqueo, ni la derrota
ni el rumbo, ni los miedos.
Lo difícil, quien quiera entenderlo,
fue sentirme pirata
en un mundo monótono. Y austero.
Enviat per : Marina
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¡Al diablo con las musas!

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Imagen extraída de www.bersmi.ru
Fuiste la musa más puta de todas. La abeja reina del enjambre que llevo dentro, la miel y a la vez el veneno de mis divagaciones. El acorazado estrella de mi pesar. Fuiste la nota discordante en todos mis pentagramas, el recio aroma a olvido por las mañanas, las canciones que siempre dejo inacabadas en la espalda de los cometas que aspiran a caerme encima. Fuiste, por excelencia, la poeta de las malas lenguas: a medias, la parte más dolorosa de la melancolía y la parte más odiosa de la verdad. Fuiste el lobo de mis entrañas, la víspera de mis heridas sazonadas con sal, pimienta y espadas, el vaticinio de la locura que arraiga en las patas de mi escritorio. Fuiste el desván de mis recuerdos vagos, el arrecife de canciones que todavía no te he cantado, y todo aquello que ya no vendrá. Sé con certeza que fuiste por lo menos tres veces los arañazos de mi espalda; en nueve de cada diez ocasiones, el olor de mi almohada; y en infinitos momentos, los incendios que llevo dentro. Fuiste la indudable alegoría del recuerdo, un solo verbo con evidencias prematuras de fugacidad.
Enviat per : Marina
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