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Esta imagen pertenece a El ruido que deja el silencio (Marina Morell Pujadas) |
se mecían por los giros
de ciento ochenta grados
que la banda sonora
de mi vida daba
cuando el conductor
cuando el conductor
cambiaba de carril.
Me hipnotizaron
como solían hacerlo
los nubarrones de mayo,
que traían consigo el edén
de mis días pasados por agua
y las luchas infinitas
de mis escamas
por reengancharse
y así sobrevivir.
Proyectaban, las anillas,
casi el mismo infinito
casi el mismo infinito
que encontraba en el abismo,
triste añoranza utópica
de un vacío impreciso,
de una historia a la fuga
a la que nunca pude persuadir.
Y ya en el limbo
de mis pensamientos
más ficticios, las anillas
parecían haberse difuminado,
así como los pesares
que todavía conserva mi vaso:
la imprenta de tus labios
siempre pintados
de color marfil.
la imprenta de tus labios
siempre pintados
de color marfil.
Fue uno de esos viajes
en los que uno
puede llegarse a redimir.