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Imagen extraída de jspino.wordpress.com (Jorge Espinosa de los Monteros) |
Hoy, en las noticias, locura infinita y
desasosiego en balde,
cohetes, ruinas, acuerdos desfavorables y
treguas por conveniencia.
Hace tiempo que las personas hemos perdido el
norte
y está claro que no sabemos qué hacer para que
el sur no llore.
Hoy no quedan paracaídas que nos salven del
egoísmo.
Las familias siguen muriendo de hambre, es
triste.
Las guerras, malditas guerras, andan a pie de
calle
mientras la pobreza va conquistando recovecos y
corazones.
Y ojalá pudiera yo callarme, y ser tan cínica
como para no llorar por dentro
cuando le niego a alguien los céntimos de mi
cartera.
Pero no puedo. Ni quiero. Porque necesitamos personas
que no quieran callarse, ni dejar de llorar
por los demás,
ni dejar de traspasar el alma de nadie.
El mundo es el que es porque no nos traspapelamos
lo suficiente a otras vidas,
porque nos aferramos a ver las noticias como si
fueran
el mejor best seller de fantasía del año, porque
no nos importamos,
ni sabemos querer a otros a ojos cerrados.
Desde estos informativos, quisiera concienciar
un poquito más a las personas
de que las noticias no se escriben solas,
de que la miseria es sólo otra de las formas
que adopta la indiferencia,
de que morir, en el caso más triste, no
significa perder la vida,
sino haber dejado que se perdiera en la
desconsideración.
Hoy, en las noticias, las noticias quieren
salir por patas,
quieren volverse en nuestra contra
para dejar de ser los experimentos de nuestra
vanidez.
Puede que debamos aprender a ser conscientes de que las consecuencias
nunca serán buenas si
nuestra primera necesidad es poseer.
Ya es hora de que aprendamos a dejar de ser tan
humanos
y de que apreciemos la vida que, hoy en día,
se nos escapa por los
resquicios de la necesidad que tenemos
de demostrar algo a las personas
que nos rodean.
Es hora de que el perdón lo busquemos en nosotros mismos,
porque en un mundo donde los errores y las masacres mundiales, las bombas
y las enfermedades nacen de nuestra ambición
infinita
no puede haber omnipotencia que valga más que
el arrepentimiento.