Jaque Mate

Imagen extraída de Flickriver (Thorrarena)
El día de mi nacimiento estaba muerta, el día de mi muerte estuve viva. El día que ocurrió, el día de mi trance, ese día no existió nunca. Fui siempre un volcán, al principio dormido, luego lleno de lava, luego intermitente como la vida y como la muerte. Y es que no me creo nada, lo vivo no vive, y lo muerto nunca muere. Esa es la verdad oculta en el tiempo. Esa es mi mentira entre palabras de lima de lijar. El día en que fui nadie, el día en que lo fui todo. ¿Cómo puede ser que el coste de vivir sea una vida llena de muerte, y que el coste de la muerte sea tener que vivir durante años para ganarnos el descanso del alma? El alma... quien decide por mí, y quien acata mis órdenes, te ordeno que me ordenes ver lo que nadie más podría soportar: quiero ver la película de las almas que no descansan en paz, aquellas que después de muertas siguen agonizando, aquellas que agonizan porque aún no llega su descanso. Todo se doblegará, todo se quedará en el tiempo, y el tiempo guardará el secreto de la existencia. La verdad de la vida es la muerte, y la verdad de la muerte es... es el final como principio del juego. Así es, nos quejamos de las injusticias de la vida y de las injusticias de la muerte, pero los injustos somos nosotros, los miserables humanos. Vivir o morir, cada humano decide su desdicha y paga un precio por ello. Después del pacto, el humano es arrojado al mundo como una simple pieza del juego, y en el juego, los humanos son los que deciden. Somos seres muertos en vida, y seres vivos que recorren el tablero para morir. Al fin y al cabo todo se resume en la partida que toca jugar, y en el todos contra todos solo la muerte y la vida ganarán.

2 comentarios:

  1. Hermosa reflexión, realmente increíble, arriba que la vida es mucho mas alegre, aunque todos tengamos el mismo final.

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