Treinta y dos de Marzo


Imagen extraída de la página web bandejadeplata.com (Carlos Fernández Castro)
¿Y qué soy yo sin ti? Un montón de frases sin terminar, sin decir absolutamente nada. En mi cabeza está todo, tus manos, tus ojos, tus abrazos. Tus risas y tus comentarios. A decir verdad, me miento muy a menudo, porque tengo miedo de echarte demasiado en falta. No es bueno, y vuelvo a ser injusta en todo lo que pienso, porque te pienso a deshoras y me arrepiento de no tenerte conmigo. Es injusto provocarte más dolores de cabeza de los que ya te he provocado; así que ya he pasado por la primera faceta del rechazo, que es el dejar de enviarte canciones, escritos; de contarte que te quiero y que me da miedo sentirlo. Ahora me guardo todo eso para no dolerte más, solo te muestro escritos que no dan pie a un nosotros, ni a un pasado que hemos creado los dos. No conviene desarmarte de nuevo, no, no... Cuanto menos te pienso, más vacía me siento; pero es que ya no me apetece pensar en ti. No es que haya otro hombre que me quite el sueño, y probablemente no lo haya hasta de aquí mucho tiempo; es solo que ya no me parece que tenga que molestarme en hacerlo, me has apuñalado demasiado, y en demasiadas ocasiones. Y me duele, de veras que me duele, pero hoy, y lo digo enserio, empiezo mi vida. Lejos de aquí, lejos de ti; como debería haber hecho hace mucho tiempo. Sin arrepentimientos y sin rencores, porque te quiero, pero ya no me dejas sin aliento. Hoy, día treinta y dos, me olvido de ti, y de tus puñales.

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